30.3.15

Sobre las cosas que hago. (Y las que dejo de hacer)

Es sabido por todos mis amigos que nací sin orientación espacial, y me esfuerzo, uso gps, google maps y waze y esas cosas, pero me pierdo, quizá sea mi naturaleza, no sólo geográfica, eso de perderme. Tal vez nunca necesité instruirme en la orientación porque casi siempre me llevaban a los sitios, o tal vez porque disfrute de conseguir ese pequeño logro desbloqueado de encontrar la maldita calle destino por primera vez yo sólo (sin preguntar por supuesto, que soy un tio) y descubrir al cabo de un mes yendo allí que estoy a un par de manzanas de otro barrio que conozco por otro momento que tenía que hacer un recado (de ahí lo del chico de)...
Es verdad, no os riáis, soy muy básico, como una camiseta de manga corta negra, tal vez me pierda en mi propio mundo demasiado rápido, bien a propósito o bien porque estoy hecho así y me pregunto como sería de aburrido para mi mismo si anulase mi fuente de alimentación creativa. A lo mejor por eso muchos taxistas son como son, o a lo mejor debería estudiarme el mapa de la ciudad.
O a lo mejor es solo una excusa para desarrollar una idea, quien sabe, yo, desde luego esquivo lo mejor que puedo las inquietudes y las dudas, de un trabajo que de estable tiene lo que yo de guía (bueno, cuando me se el camino bien, no lo olvido, lo que pasa es que veo un cartel o una escena bien iluminada y se me va la memoria visual por otros lares) Es una de las condiciones del negocio, estar alerta (receptivo) ante algo gráficamente interesante e intentar ir de una faena a otra sin querer estar en mil lugares al mismo tiempo, y os estoy contando intimidades, que lo sepáis, pero lo prefiero a estar leyendo por redes sociales según que cosas.
Como cambian los tiempos, y los intramundos, de tanta conectividad; nos creamos un mundo virtual de cosas y gente que nos interesa y lo llenamos de moralina y se nos van las ganas de crear, porque fulanito nos quitó (entre comillas) la idea o menganito cree que tienes el complejo de Peter Pan. Fragilidad, y de ahí, mi gusto por la teletransportación por medio de la música o del cine, o de un cómic o la lectura de un libro. Me dedico a conocer y explorar mundos creados por otros y ver que tienen de interesantes para mi. Pero claro, hay que ganar dinero y ser útil a la sociedad, esto es obvio, lo cual me indica que para corregirme intento llegar pronto a los sitios por si me pierdo, y llego tarde a los lugares que me fascinan por si no valgo,  por eso necesito crear, para sentirme útil y no olvidar el camino que ando buscando. Incluso cuando tecleo.
Esto es lo del cómo se ve uno mismo, yo me veo pulsando como un primate el teclado con dos dedos, lanzando lineas con un grafito o tintas a lo indígena, incluso leyendo como un párvulo para mejorar la voz y para llegar a la dirección que quiero (o a la que se pueda) pero no tengo miedo a verme más pequeño de lo que soy (el baloncesto me ayuda, aunque sea a bajar peso) ya que se cuándo me pierdo y qué es lo que tengo que hacer para no refunfuñar ni hacerme daño.
Y, a todo esto, si habéis llegado hasta aquí, querréis una conclusión algo cómica supongo, pues bien, la moraleja de hoy es que sepáis que no está de más guardar los textos de vez en cuando, antes de terminar, para no perder(se) lo que se ha escrito, ya que habia redactado un texto genial que se iba a compartir por internet como un virus, pero en vez de eso dejo aquí una reflexión personal ya que tengo a mis amigos fritos con mis chorradas y un estado por el caralibro de este tamaño no se lo lee nadie, jiji.
Fin.