25.4.13

Periodista Deportivo I.

Se enfocan los ceniceros de la barra de vez en cuando. La luz ténue que favorece los muslos de las niñas que revolotean entre nosotros me marea, es muy tarde; me refiero que ya es tarde para redimirme de esta vida, y que es tarde, que son las mil de la madrugada.
Todos los jueves la misma historia, nosotros que trabajamos cuando otros descansan, nos pedimos los viernes libres para pasar la resaca. Somos poderosos, creamos opinión, nos invitan a restaurantes, nos regalan cosas, el pueblo nos quiere, custodiamos secretos de deportistas que jamás deberían salir a la luz...
Pero el precio que hay que pagar es muy caro.
¿Periodista? Creo que hace tiempo que perdí el titulo en alguna noche con dietas pagadas en algún viaje donde cubrimos un evento de tenis... Sólo tenemos de periodistas la necesidad de cubrir la información y la de saber transmitir la noticia. Y que no baje la audiencia, por dios, que no baje.
Mi copa patrocinada esta caliente e insípida, pero aun así sigo bebiendo, mi cigarro apenas me sabe a nada, pero fumo. Me agarro a lo que tengo a mano para soportar esta miseria.
Yo no era así. Me metí en periodismo creyendo en la verdad, en la investigación. Hombre, no como para irme de reportero de guerra, pero tenía ilusión por escribir artículos que informaran a la población de forma entretenida pero veraz si venderme a nadie, y ahora estoy aquí, con mis amigos emborrachando a estas golfillas porque sabemos que una se tira ocasionalmente al mediocentro turco que tiene que renovar y no hay manera de contactar con el representante.
Miro la barra otra vez, las copas estan medio muertas, cuando las ponen estan resplandecientes, que rápido se estropean, quizás sea esa la razón por la cual nos las bebemos tan deprisa. Con ellas pasa al revés, antes me daban casi tanta pena como la que me doy yo ahora. Y ahora si no fuera porque ellas estan aquí, esto me parecería el catering de un funeral. No se donde empieza el crápula y acaba el romántico, pero no me puedo marchar de aquí hasta que les paguemos el taxi hasta el hotel. Ya se lo dije a mi mujer.
Mañana tengo que ir a la redacción a las 12. El boletín de antes de comer es el peor, todo va tan rápido que cuando repasas lo sucedido de esta noche, en internet ya se te han adelantado todos, y tu tienes la sensación de que estas en el pasado, en un pasado con resaca, y que te esperan muchas horas repitiendo lo mismo y haciendo un mundo de la nada y leyendo insultos en el movil. Maldito twitter y quien lo inventó.
Ahora el nuevo le mira las tetas descaradamente a una, "¿Todo eso es tuyo?" le pregunta, a ella que sabe lo que somos, le hace gracia y nos reimos como adolescentes; creo que tiene novia el tio. A ella no le haría tanta gracia.
¿Donde perdí el norte? El director del programa y yo estuvimos hablando ayer, porque si los jueves nos la pegamos en grupo, los miercoles después de Champions, a veces hacemos terapia el jefe y yo, o el jefe y el otro jefe, o yo solo... No se que estamos haciendo, algunos lo llaman crisis de identidad, o utilizando una de tantas expresiones que usamos a menudo en el argot deportivo, estoy cerca del final de un ciclo. Y ahora suenan trompetas de Jazz en mi cabeza. Somos como el detective privado de lo banal. John Coltrane es mi conciencia. Pero estoy tan acostumbrado a hacer lo que hago que no se salir sin ayuda.

CONTINUARÁ...